miércoles, 23 de diciembre de 2009

Testimonio

Por intermedio de un compañero de trabajo me llego este mail, que quiero difundir, para no olvidar...
Desde ya muchas gracias Maria por permitirme compartir tu testimonio,tu historia...

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QUERIA COMPARTIR ESTO CON USTEDES, ES UN ORGULLO PARA MI
QUE ME HAYA TOCADO NACER EN ESTA FAMILIA CON TANTA
HISTORIA. AYER POR FIN LLEGÓ EL GRAN DÍA DEL JUCIO A LOS
TORTURADORES DE MIS TIOS, IRENE Y ROLY, 32 AÑOS
DESPUES, PERO LLEGÓ. COMPARTO CON USTEDES PARTE
DEL TESTIMONIO DE MI PRIMO Y MI ABUELA.

POR LOS 30.000 DETENIDOS DESAPARECIDOS
PRESENTES!!!




"Carlos Pisoni fue separado de sus padres cuando tenía 37 días. Una
vecina lo entregó a su abuela"

EL TESTIMONIO DE LAS VICTIMAS EN EL JUICIO POR
LOS CENTROS ATLETICO,BANCO Y OLIMPO

Digan dónde están los cuerpos, Carlos Pisoni, militante de H.I.J.O.S,
se paró frente a los represores del Primer Cuerpo de Ejército para
exigirles que si les queda algo de valentía informen sobre
el destino de los desaparecidos. Toda la sala lo aplaudió de pie.

Por Diego Martínez

Me hubiera encantado que mi papá me enseñara a hacer
un asado, recibir caricias de mi mamá, gritar los
goles del Enzo con mi viejo y tener un hermano,
confesó Carlos Pisoni, militante de H.I.J.O.S.,
frente a los represores del Primer Cuerpo de Ejército.
Fuimos muchos quienes sufrimos esas pérdidas,
aclaró, y celebró que los responsables estén sentados en
el banquillo. Cuando concluyó sacó una foto con
rostros de desaparecidos de los centros Atlético,
Banco y Olimpo, incluidos sus padres, con
quienes compartió sólo 37 días, y les habló
a los imputados: Lo único que les pido,
si les queda algo de valentía, es
que digan dónde están los cuerpos.
Todavía tienen la oportunidad, les advirtió, mirándolos a
los ojos. Toda la sala lo aplaudió de pie.El subsuelo
de Comodoro Py estuvo ayer colmado. Salvo tres allegadas
a los policías, el resto eran
sobrevivientes, familiares y amigos de las víctimas,
todos sentados gracias a los lugares vacíos
destinados a la prensa. Cuando Delia
Barrera se aprestó a dar testimonio, con la foto
de su marido en la mano, varios represores
prefirieron retirarse. Esposados en parejas,
cantando bajito, se fueron Julio Simón, Samuel Miara,
Ricardo Taddei, Raúl González, los gendarmes
Guillermo Cardozo y Eugenio Pereyra
Apestegui y el agente de inteligencia Raúl Guglielminetti.
Hace 32 años espero este momento, aclaró Barrera,
que estuvo 92 días en Atlético. Su compañero
Hugo Scutari, militante de la JUP y delegado del
Banco Nación, fue secuestrado el 5 de agosto de 1977.
Minutos después una patota encabezada
por Juan Carlos Falcón, alias Kung Fu, se la llevó
de su casa. En Atlético pasó a ser H26. Le pusieron
antifaz y le ataron los pies con cadenas y candados.
Primero me desnudan y me largan un
perro ovejero. Luego me golpean en la cabeza
y el estómago, me hacen agarrar un cable
con electricidad, recordó, y enfatizó el rol de Falcón,
que criticaba a otros torturadores porque, decía, no saben
cómo se pega.
De los presentes padeció con certeza a dos:
El Fuhrer (Eufemio Uballes)
nos hacía gritar Heil, Hitler en las torturas, dijo.
A Doctor K (Eduardo Kalinec) lo vi en la enfermería.
Me dijo tenés la costilla fisurada pero
no te vendo porque te vas a ahorcar, recordó.
El 20 de septiembre tuvo el último contacto con su compañero.
Sé fuerte y no me abandones, fueron sus últimas palabras.
Luego les negaron un abrazo de despedida.
Quedate tranquila, va a una granja de recuperación,
le mintió el comisario Antonio Fioravanti,
que murió impune en 1985.
Cuando las preguntas concluyeron, Delia contó que
honraba por séptima vez el compromiso de dar
testimonio asumido en cautiverio. Luego se
dirigió a sus torturadores. Sepan bien que no cumplí
con el mandato de silencio, que no pudieron quebrarme
y que voy a seguir hasta el último
día, prometió. Les aclaró que la acompañaba la
familia que formó al ser liberada pero también
su primer compañero y los desaparecidos que
conoció, y leyó sus nombres. Cerró con un pedido
a los jueces: No nos abandonen.
No sé cómo caminabanMe arrancaron de los brazos
de mis viejos cuando tenía 37 días, arrancó Carlos Pisoni,
con pañuelo de H.I.J.O.S. en el
cuello. Su padre Rolando, de 29 años, estudiaba ingeniería
y militaba en la JUP. Su mamá, Irene Bellocchi, 27 años,
era delegada en el Banco Galicia y militaba en la JTP.
Desaparecieron porque eran militantes. En
H.I.J.O.S. estamos orgullosos de nuestros padres y
no reivindicamos su lucha como utopía, sino que
perseguimos sus objetivos: no queremos pibes
muertos de hambre, aclaró Pisoni, miembro del
Observatorio de Derechos Humanos de la ciudad.
Gracias a sobrevivientes pude saber que despojaron a
mis padres de su identidad: pasaron a ser H24 y H25,
relató, y volvió al significado de
ser hijo de desaparecidos. No recuerdo sus voces,
no tengo la imagen de ellos en mi retina, no sé
cómo caminaban, explicó a los jueces. Puedo
dar testimonio gracias a una vecina que me llevó
con mi abuela. Gracias a esa vecina, a quien me gustaría
conocer (el operativo fue el 5 de agosto de 1977 en Mármol 483),
no soy uno más de los pibes robados,aclaró.
Testigo y querellante, Pisoni recordó la trilogía
Dios, Patria, Hogar invocada por los militares y
juzgó incongruente que una persona de moral
cristiana pueda cometer el pecado más grande
para un creyente, como es matar, matar y matar.
Lamentó el rol de la Iglesia que los confesaba,
destacó que hay centenares de Von Wernich y diferenció
a la Iglesia cómplice de la verdadera, la de Mujica,
Angelelli y los palotinos, que sufrió tortura y
desaparición como nuestros viejos.
Su abuela, Aurora Zucco de Bellocchio, pañuelo
de Madre de Plaza de Mayo en la cabeza, confesó
que desde que recibió a su nieto supe que iba
a estar siempre pegado a mi corazón. Contó que
tras los secuestros recibió un llamado de Rolando
para preguntarle si le habían dado a su
hijo. Estoy tranquila porque sabemos que mamá
tiene al nene, le dijo Irene a un sobreviviente,
que en los 80 ubicó a Aurora. La mujer
diferenció también las caras de la Iglesia:
su asesor espiritual Fernando Carballo le dijo
El que las hace las paga; el cura Jorge Aguiar
aceptó dar una misa por desaparecidos, pero él mismo
desapareció antes de concretarla.
Al tiempo me contó que se despertó en un psiquiátrico
del sur bonaerense, recordó. No pensaba que este momento
iba a llegar, confió a los jueces.
Lamentó el abandono que sufrimos por gran parte del
pueblo y expresó su deseo de que esta Justicia
haga lo que debió haber hecho muchos años antes.

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