lunes, 13 de abril de 2009

Cuentos de Vereda - Parte III

EL Gallego eructo mirando al cielo azul y despejado, algo en ese día nos aburría mas que nunca, pensar que en una semana comenzaban las clases nos producía dolor de estómago. Quedaban atrás nuestras investigaciones, nuestras salidas nocturnas a escondidas, encontrarnos en la plaza para fumar unos cigarrillos, las pastillas de menta, para disimular nuestro olor, la cara sucia, las aventuras de Robin Hood. Todo en nuestro mundo era una ruina, teníamos que hacer algo especial... algo: que coronara ese verano de 1977 que terminaba , y así concluyó el día . La noche del 15 de marzo escuche ruidos de disparos que retumbaban en el vacío de las calles, llame por teléfono al gallego a escondidas y me escape de la casa por la puerta de garaje en mi bicicleta. Nos encontramos a dos cuadras, por supuesto él me estaba esperando, apresurado, pedaleamos orientados por el bramido de los disparos, detuvimos nuestras bicicletas una cuadra antes, el olor a pólvora y el humo de los disparos nos ayudo a pasar inadvertidos, al agazaparnos un policía escondido detrás de un auto nos empujaba al piso, era muy joven y su cara aniñada demostraba tanto temor como el que nosotros teníamos, nos pido que nos escondiéramos con el.
- abajo – dijo - hay unos subversivos escondidos ahí.
En ese momento oficiales del ejercito entraban a la casa , el mármol que revestía la fachada caía al piso en pedazos , sin permiso del paso del tiempo. Detrás de ellos ingresaron personas de civil, en el interior ráfagas de disparos resonaban en la distancia. El joven oficial repentinamente salió corriendo hacia cualquier dirección con su pistola apuntando las sombras, las sirenas de la policía no sonaban. Acto seguido salieron de la casa los civiles y los oficiales del ejercito. Nos fuimos de allí en silencio sin mirar atrás, sin entender verdaderamente que había pasado. Como era de suponer mi Padre me estaba esperando, sentado en su sillón favorito con el rostro entre sus manos. Al verme me abrazo, agradeciendo el encuentro, y me castigo con mas de veinte días sin salidas. Dos días después en el taller mecánico que se encontraba a la vuelta de mi casa explotaron dos bombas; que hicieron vibrar los vidrios de mi cuarto. Pero estábamos castigados y no pudimos investigar nada.
Hoy, que observo el pasado desde la ventana de mis recuerdos, entiendo el temor de mi padre, esa noche, cuando regrese de la calle.
Mirando este país que construimos, comprendo que la historia forma una identidad, que la historia nos modifica y que para crecer como país no hay que olvidarse de ella, que para crecer tenemos que aprender de nuestros actos, siendo responsables de ellos, mas allá del papel que actuamos, mas allá de vencedores y vencidos.

¿ Y que paso con el gallego?. Seguimos siendo muy buenos amigos en nuestra adolescencia. La pistola a cebita y el carnet de detectives quedaron guardados en algún rincón de nuestro corazón. Luego sucedieron otras sensaciones, nuevos perfumes acariciaron nuestra piel, y despertaron nuevos sentidos. ¡ Pero esa !... verdaderamente es otra historia.

4 comentarios:

  1. Hola hola!
    Quería tomarme el tiempo para leer en detalle tu blog, ya que me parece muy interesante a simple vista!
    Ahora estoy sin tiempo para hacerlo, pero no quería dejar pasar más tiempo para agradecerte tu comentario en mi espacio. Y nada que agradecer... me gustan las buenas iniciativas :)

    Un cariño muy grande!

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  2. Leo: Alguna vez leíste algo de Juan José Millás? Hay un libro de él que se llama "El Mundo" y cuenta desde su visión de niño lo que para él es el mundo en ese momento: el barrio, la casa, los amigos, etc. Tus relatos me hacen acordar mucho a esa novela, aunque vos lo contás mejor ;). Gracias por acompañarme siempre. Un beso enorme.

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  3. Muy interesante todo. Me encantó. Siempre estaré volviendo. Un abrazo

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