jueves, 9 de abril de 2009

Cuentos de Verada - Parte II

Las tardes de lluvia eran también especiales, a pesar que nuestras investigaciones se limitaban a la decisión de nuestras madres , revisábamos las bibliotecas de mi casa y leíamos en voz alta el libro Robin Hood de la misma edición tirados sobre la alfombra de mi cuarto, era nuestro héroe silencioso, nuestro ideal de justicia., nuestra historia a imitar
En las lecturas actuábamos de ellos , a mi siempre me tocaba ser el pequeño Juan, pese a mis protestas ,pero igual nos reíamos por mis caídas que ocasionaban la cantidad de medias que ponía en mis pies para parecer mas alto
Así, al otro día dispusimos hacer una visita a la galería Harrod´s, era nuestra primera incursión al centro de la ciudad, y lo hicimos a los grande, mi mama me había seleccionado la ropa, una camisa de dudoso color ,un Jean azul, zapatillas y una campera verde de mi hermana que me apretaba cuando intentaba cerrarla, no parecía un justiciero, pero igual mi amigo se alegro al verme y no coincida con la de un justiciero, la campera de mi hermana me apretaba bastante, pero el gallego al verme se puso feliz.-
Caminamos por la calle Bolivia hasta la estación del Ferrocarril, tomamos el tren en el vagón mas alejado del chancho, teníamos dinero para le boleto, pero la
sensación que nos causaba que en algún momento nos iban a agarrar era muy
divertida, bajamos en la estación retiro y caminamos sobre el pasto de la
Plaza San Martín el barranco cuesta arriba cuidando nuestras zapatillas , encendiendo cigarrillos de a uno , porque los compartíamos para que duren mas, y así nos escondíamos también de las miradas adultas.
Entramos a la galería por el acceso de la calle Florida, los locales estaban dispuse tos a los costados y en la nave central, los pasillo tenían alfombra rojas y en algunos caos , pisos de parquet, las escalera con sus barandas de hierro forjado y labrado y sus escalones en mármol blanco, nos mostraban una época de esplendor que habíamos llegado tarde . Recorrimos el sector perfumes y cosméticos, nos probamos todas las fragancias , miramos las pinturas que usaban nuestras madres cuando se arreglaban , vimos la ropa interior y luego tomamos el ascensor que no llevaba a la planta superior , estaban los negocios con ropas de mujeres, y muebles para el hogar , sillones , bibliotecas y un hombre sentado al piano tocando una pieza de alguien que desconocíamos y en el ultimo , la ropa para hombres y el sector juguetes , hacia allí nos dirigíamos.
Se nos ilumino la cara, el gallego me mira y me dice –
-Pequeño Juan es hora de llevar alegrías a los amigos pobres del barrio .
Prepare los bolsillos de la campera de mi hermana, y pusimos tantos autitos de colección como pudimos , puse mi mejor cara de distraído, como aquellas mañanas en que la maestra miraba nuestras caras para saber quien había echo la tarea o no.
Dejamos el lugar a paso tranquilo, nadie nos había visto, era la hora de irnos, mi madre nos esperaba a merendar , fuimos al baño y entramos juntos al mismo retrete cerrando la puerta, inocentemente nos pusimos a ver los autos que teníamos y a asignarle dueños, no reíamos pensándonos , en esa momento una persona golpea la puerta – que hacen ahí, - pregunto, y abrió la puerta con una llave, descubriéndonos con los autos en la mano, imponiendo su presencia nos dijo que lo teníamos que acompañar, por supuesto que le dijimos que no, que nuestros padres nos estaban esperando en la planta baja y que iba a tener problemas si nos demorábamos un minuto mas , y que ellos nos habían comprado los 16 autitos, con su pesada mano en nuestros hombros nos fue guiando hasta al ascensor, y nos dirigimos hasta el 1° subsuelo, nos obligó a sentarnos en unos sillones y entro a la oficina del jefe,
Así estuvimos por ½ hora, hasta que nos hizo pasar a su despacho, estábamos muy transpirados , el jefe nos pregunto nuestra dirección y nuestra edad, nos dio
una charla de moral, y que si el fuera nuestro padre nos daría tanta patadas en el culo, hasta que se nos fueran las ganas de andar haciendo cagadas,
Nos acompaño hasta la salida, con la mano en nuestros hombros, y salimos por la calle Paraguay casi San Martín,
Corrimos , hasta la estación retiro, emocionado por nuestra libertad, no hablamos ni palabra en el viaje, y tampoco prestábamos atención por la presencia del chancho. Entendimos después que es difícil ser héroe, que hay héroes cotidianos y anónimos que día tras día arriesgan sus vidas .. héroes que, no están en los libros.

2 comentarios:

  1. ¡Qué buena historia! Es cierto, es tan difícil ser un héroe espectacular...

    Besos.

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  2. Muy bueno! Me gusto muchisimo!
    Cuanta verdad en tus ultimas palabras.

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